En el diccionario, al lado de la definición de tráfico de influencias, debería aparecer la imagen de la pareja del psicópata que preside el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer.
Porque a una indocumentada académica como esa,
analfabeta funcional y con serios problemas de oratoria, nadie pensaría en
darle una cátedra de no compartir colchón con quien lo comparte. Y tan segura
estaba de que nada se opondría a su designios que, a pesar de que la
Universidad Complutense exija de forma general que la cátedra llegue financiada
para aceptarla, aquí fue justo al revés: se puso en contacto con los
patrocinadores asegurándoles que la cátedra se iba a hacer. Sí o sí. Por fas o
por nefas.
Por sus santos ovarios.
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