Si ayer me refería a la estrategia de la pareja de la presidente de la comunidad autónoma de Madrid, reclamando por vía judicial indemnizaciones a todos aquellos que le han acusado de haber delinquido, hoy toca hacer referencia a la propia Isabel Díaz-Ayuso.
Porque, en política, las palabras están muy
bien, pero lo que cuentan son los hechos. El psicópata de la Moncloa ha
prometido (varias veces) la construcción de decenas, centenares de miles de
viviendas, y ahí estamos, sin que se haya puesto un solo ladrillo. Mientras,
nos fríe a impuestos y amenaza con hacerlo más aún, y tira el dinero en
chorradas mientras se lo niega a los enfermos de ELA.
Frente a esto, como en muchas otras cosas,
Madrid es la prueba palpable de que, como decía Eduardo Punset, hay otra forma
de hacer política. Probablemente alguien de su gabinete conoce a Laffer y a su curva, porque en el rompeolas de las Españas no paran de bajar impuestos -hace
una quincena se anunciaban nuevas rebajas fiscales en vivienda y en sucesiones y donaciones- y la recaudación no parece resentirse.
¿Te enteras, Petisú?
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