Dicen que en un examen, sólo dos alumnos están tranquilos: el que se lo sabe todo y el que no sabe nada. Y, si me apuras, sólo este último, porque al que se lo sabe todo siempre le quedará la duda de si verdaderamente lo sabe todo o hay algo que pueda haberse dejado… y que ese algo sea, precisamente, lo que caiga.
Supongo que en una situación similar debió
encontrarse el psicópata de la Moncloa. Las grabaciones hechas en los locales
propiedad de su suegro y sus hermanos (los del suegro, no el del psicópata) le
permitieron medrar en el partido de la mano y el capullo y, desde ahí, dar el
salto (o tomar al asalto) a la segunda magistratura del Estado. Pero eso fue
después de que temiera que su propio partido filtrara el tema de las saunas y prostíbulos de Sabiniano para salvar los negocios de Pepiño y
zETAp.
Almas de cántaro: mientras a él le dejen seguir durmiendo en el colchón que se apresuró a cambiar, como si España se va por el sumidero.
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