Según el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer -y también según alguno de sus votantes, y no precisamente de los más necios-, España es la envidia del orbe por sus logros en todos los campos. Aparentemente, nunca habíamos estamos tan bien como bajo la égida del psicópata de la Moncloa.
Sin embargo, parece que la realidad es muy
otra. Como ya he dicho muchas veces, el marxismo es una doctrina que nació hace
casi dos siglos, y que no ha evolucionado desde entonces; o, por decirlo de
otra manera, que permanece anclada en la época en la que se originó. Por eso
mismo, parece creer que lo que se hace en un país no tiene repercusiones fuera
del mismo. Pero vivimos en un mundo cada vez más pequeño, y pertenecemos a cada
vez más organizaciones internacionales.
Y si el ejecutivo español maniobra para
frenar la OPA de un banco sobre otro -quizá porque el otro es un banco
de la esquinita nororiental-, no es de sorprender que la Unión Europea haya expedientado a España. Y ese expediente no lo paga el psicópata de la Moncloa, ni sus epígonos.
Lo pagamos todos y cada uno de los españoles.
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