Hablar en público me produce pánico, incluso cuando es sobre un tema del que yo sé mucho más que mi auditorio. Incluso he tenido pesadillas en las que tengo que ponerme a hablar y descubro que me he quedado en blanco. En realidad, esto último sucedió realmente, pero tenía alguien al lado que me echó un capote y creo que no se notó demasiado.
El pánico me dura hasta el segundo en que
empiezo a hablar. En ese momento, me aíslo mentalmente y suelto mi perorata,
habitualmente lo bastante bien como para que el público, al final, incluso
llegue a aplaudir (no ha ocurrido muchas veces, pero alguna sí).
Lo que s curioso es que eso sólo me ocurre
cuando tengo que hablar y es en español. Si tengo que hablar en inglés me
muestro bastante suelto, como si fuera otra persona la que habla a través de
mí; y lo mismo ocurre si tengo que escribir: las palabras fluyen con mayor
rapidez.
Supongo que por eso me dedico a escribir un
blog, en lugar de participar en debates.
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