lunes, 4 de agosto de 2025

Proceso al proceso (670)

Las relaciones entre el partido de la mano y el capullo y los secesionistas catalanes son como una partida de cartas entre dos tahúres.

Por un lado, el psicópata de la Moncloa es la mejor opción que tienen los de la barretina de seguir medrando: no van a encontrar a nadie tan dispuesto a acceder a sus exigencias con tal de seguir un día más detentando el poder. El yerno de Sabiniano cuenta con esto para que no le dejen caer.

Por otro, el bleferóptico con sobrepeso y Cocomocho saben que no pueden prestarle eternamente su apoyo a cambio de nada -porque hay cosas que, por mucho que le gustaría, Sanchinflas nunca va a poder concederles- y que, si las promesas de Madrid se demuestran vacías van a quedar como imbéciles ante su electorado más montaraz, que pensará (tómese el término en el sentido más amplio posible, por favor) en votar a otras opciones más radicales todavía.

Viene todo este preámbulo a cuenta del rechazo, por séptima vez, de que las lenguas regionales españolas -y el dialecto del occitano que se habla en Barcelona en particular, aunque otros lo consideran como un derivado del valenciano- sean oficiales en la Unión Europea. A pesar de soltar mentiras como que la propuesta española no tiene ningún impacto negativo para ningún Estado miembro (que se lo digan a los franceses, que un minuto después tendrían a corsos y bretones reclamando lo mismo, y ese es solo el primer caso que se me ocurre), en Bruselas parecen considerar que las sanciones a Rusia (ya tomadas) o el conseguir una posición unánime sobre la guerra entre Israel y Hamás (algo que va para largo) son algo más importantes que contentan a portabarretines, visteboinas y soplagaitas.

Y que me perdonen los asturianos.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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