Hace un par de semanas largas, un grupo de adolescentes judíos franceses fueron expulsados de un vuelo de Vueling -perdón por el trabalenguas-, supuestamente por una actitud peligrosa, y su monitora esposada.
Ante esto, el Pitecantropus pucelensis
actuó como suele hacer, es decir, escribió en Twitter sin pararse a reflexionar,
lo primero que se le pasó por la mente, y llamó niñatos israelíes a los
adolescentes. Una inexactitud pues, como queda dicho, eran franceses. Eso le
supuso ser acusado de antisemitismo, un vicio del que adolece en general la
izquierda occidental (otro rasgo en común que tienen con los seguidores del
pedófilo pastor).
Al Norte de los Pirineos actuaron de otra
manera: Francia pidió explicaciones a la compañía y trasmitió su profunda
consternación. Que puede ser sincera o no, pero que desde luego es mucho
más elegante que los exabruptos del ex primer edil de Valladolid. El club responsable
de los adolescentes, por su parte, denunció a la compañía por su brutalidad e injustificadaactuación, y la mayor institución dedicada a preservar la memoria del Holocausto
-el de verdad, no esos que los giliprogres ven por todas partes- pidió una investigación seria, transparente y sin prejuicios, puesto que hasta entonces
no se había escuchado la versión de los afectados o de otros pasajeros.
Porque claro, luego te enteras de que el piloto que expulsó a los adolescentes fue instructor de los terroristas que atentaron contra el Wordl Trade Center el 11 de Septiembre de 2.001 y te da por pensar qué extrañas casualidades tiene la vida…
No hay comentarios:
Publicar un comentario