En tiempos del peronismo, un chiste sobre los argentinos decía que una persona haría el negocio de su vida comprando un argentino por su valor real y vendiéndolo por lo que el propio argentino decía que valía.
Esto era así porque, a pesar de ser un país
riquísimo, había caído en manos de una clase política ladrona -más de lo que es
costumbre entre los políticos- que se dedicaba a robar al manos llenas y a
subvencionar con subsidios a la población para mantenerles aborregados.
Por lo tanto, lo que está consiguiendo Milei
no tiene nada de extraño: consiste en no robar (tanto, al menos) y en suprimir
gastos innecesarios. Como es el caso de las pensiones, en las que el fraude era
descomunal: el sesenta por ciento de los perceptores no se presentó a la revisión médica. Se me ocurren dos posibles razones: los motivos alegados eran
falsos, y se habría descubierto el pastel; o estaban muertos… y se habría
descubierto el pastel.
En cualquier caso, no tendrían derecho a la percepción, por hache o por be.
No hay comentarios:
Publicar un comentario