martes, 26 de septiembre de 2017

Antipátido

Servidor no se opone a que izquierdistas en general, y comunistas en particular, demuestren apego al dinero e intenten vivir una vida lo más acomodada posible, muelle incluso. Al fin y al cabo, son humanos: una parte quizá bastante repugnante de la sociedad, en lo que se refiere a sus ideas y a los regímenes que han proclamado seguir esa ideología criminal, pero pertenecientes al fin y al cabo a la humanidad. De todo tiene que haber en la viña del Señor, que dice el adagio castellano.
No. Lo que les critico es que, mientras lo hacen, se proclamen defensores de los más desfavorecidos y no se les caiga la cara de vergüenza al hacerlo (claro, que para eso tendrían que tenerla; vergüenza, quiero decir, que cara la tienen por hectáreas y de hormigón armado). Es como la concejal madrileña que apoya a los que ocupan casas ajenas, mientras ella tiene media docena de pisitos repartidos por la villa y corte.
O es el caso del sepulturero de los paleocom, que a finales del mes pasado celebró un paripé de enlace matrimonial (digo lo de paripé porque la sedicente ceremonia la ofició un actor y, que se sepa, los titiriteros todavía no se encuentran entre las autoridades que pueden celebrar válidamente bodorrios… aunque todo se andará). Yo no me opongo a que montara el espectáculo en una bodega riojana, si se la prestaron; tampoco que hubiera una especie de altarcito marxista, puesto que cada uno admira a quien le peta (aunque diga bastante de uno que admire a un asesino homófobo como Ernesto Guevara); ni que se vaya a ir un mes de luna de miel (si puede permitírselo, allá él) y pase por Nueva Zelanda (pocos países más bonitos y espectaculares se me ocurren).
No. Lo que me toca las narices es que, interpelado sobre el particular, diga que ha tenido una boda convencional y que lo que ha hecho él lo puede hacer cualquier español. Que le gustaría a (casi) cualquier español, de acuerdo; pero querer no es poder, Albertito…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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