miércoles, 20 de septiembre de 2017

Eppur, si mouve

Los detractores del presidente del Gobierno suelen achacarle que lo que más frecuentemente hace es… no hacer nada, esperando que los asuntos se pudran solos. La receta parece funcionarle, pues a lo tonto a lo tonto ha ganado ya tres elecciones generales (las dos últimas con una diferencia de seis meses) y lleva casi seis años residiendo en el Palacio de la Moncloa: si esta legislatura cumple los cuatro años preceptivos, sólo tendrá por delante a Felipe González en cuanto al periodo en que ocupó el cargo. No está mal para don Tancredo.
Centrándonos en el tema de la entrada, la jornada comenzó más bien mal. Mientras la Guardia Civil se incautaba de datos censales del butifarrendum II, la policía autonómica toleraba el acoso de la chusma enardecida, mientras el estrábico con sobrepeso amenazaba a los bancos y les instaba a incumplir la instrucción de Hacienda puesto que, según los golpistas, el hecho de haberla recurrido suspendía automáticamente su aplicación (es lo que tiene ser doctor en Historia: que en materia jurídica se está más bien pez… merluzo o besugo, probablemente).
Ayer, además, se mostró la verdadera cara del PSOE (esa que es más parecida al otro extremo del tracto digestivo): había prometido respaldar al Gobierno frente a los golpistas catalanes, pero a las primeras de cambio lo que hizo fue propinarle una puñalada por la espalda, al alinearse con regionalistas y neocom e impedir que el Congreso apoyase por mayoría al Gobierno ante el desafío planteado para el 1 de Octubre.
Las cosas, sin embargo, comenzaron pronto a cambiar. Agentes de la Benemérita registraron varias consejerías, empezando por la de Economía) y detuvieron a catorce (de momento) altos cargos, empezando por en número dos del historiador picapleitos. Que esas actuaciones resultaron acertadas queda probado por las reacciones que provocaron: la sedicente y sediciosa asamblea nacional catalana llamó a concentrarse en la calle contra los registros, la policía regional no hizo nada para evitar el colapso de la vía pública (lo que no augura nada bueno de cara al aniversario de la proclamación de Francisco Franco Bahamonde como Jefe del Estado), el diputado cuyo apellido le retrata soltó unos cuantos de sus exabruptos al presidente del Gobierno y, para remate, Junior aseguró que el número dos del estrábico es un preso político (quizá si hubiera dicho un político preso no estaría ahora choteándome de él).
Ladran, luego cabalgamos.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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