martes, 6 de agosto de 2024

Cuento de hadas

Las primeras quinientas páginas de esta novela cayeron en un suspiro, apenas dos o tres días. Por circunstancias que no vienen al caso, me vi en una situación en la que apenas podía hacer otra cosa para pasar el rato que leer. Las trescientas y pico restantes me llevaron cosa de diez días, porque estuve bastante más ocupado.

Al leer este libro tuve la sensación de transitar por un terreno ya conocido, como si el autor de Maine estuviera reelaborando viejas tramas dándoles un aspecto nuevo, pero no tanto como para no apreciar un cierto aire de familia, podríamos decir.

Así, un mundo paradisíaco corrompido por fuerzas oscuras y un héroe con un revólver al cinto trae recuerdos, inevitablemente, de la saga de la Torre Oscura (hay, además, campos de amapolas). Un adolescente de metro noventa y cien quilos de peso te hace pensar en el propio King, más aún si te dice que acabará convirtiéndose en profesor de literatura y, más tarde, en escritor.

Como peros, le pondría dos: en primer lugar, no hay final feliz (al fin y al cabo, es King); y, lo que es más importante, no se explica cómo descubrió Howard Bowditch el pasaje que lleva a Empis (pasaje que, puesto que tiene escaleras, tuvo que ser construido o, al menos, reformado por alguien).

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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