Todo texto normativo debe llevar (creo) una exposición de motivos, una explicación razonada del por qué de su elaboración. Aunque luego esa explicación sea mero formulismo y no diga nada, o recurra a motivos manidos, como el interés general, la igualdad o pamemas semejantes.
Últimamente, uno de los elementos más
socorridos es el del cambio climático. No toca debatir aquí ahora si el
clima está o no cambiando, ni si, de estarlo, ese cambio se debe a la acción
del ser humano o ésta resulta irrelevante.
No, el hecho es que se recurre a este
pretexto para casi cualquier cosa, sobre todo si quien recurre es la izquierda.
Y, así, el psicópata de la Moncloa utiliza esta excusa para intentar imponer a
la comunidad de Madrid, su bestia negra personal, su china en el zapato, su
grano en el culo, sus normas sobre patrimonio cultural.
No quiero dar ideas, pero todavía no han utilizado esa razón para lo que llaman armonización fiscal, y no digamos ya para la ley de bajada de pantalones.
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