Alguien dijo alguna vez que, para que el mal triunfe, basta con que los buenos no muevan un dedo. Algo similar podría decirse de la actual situación política española.
Si el psicópata de la Moncloa medra no es
tanto (o sí) por su falta de escrúpulos, que le permite ceder a todas las
exigencias que le plantean sus apoyos parlamentarios, como por la desunión en
la derecha, que se pasa más tiempo enzarzada en luchas intestinas que dedicada
a intentar acabar con el enemigo común (y de España).
Por eso, que después de salirse de los
gobiernos regionales en los que participaban, Vox tienda la mano a los
populares y diga que romper esos gobiernos no significa que nunca vayan a llegar a un acuerdo hace que a algunos se nos ponga cara de tontos.
Y mientras, los de la mano y el capullo, los terroristas, los golpistas y los separatistas, descojonándose de risa.
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