Cuando alguien es inocente, y su cónyuge proclama que cree en la justicia, lo más lógico sería que, llamado a declarar ante un tribunal, declarara.
Pero si la pareja del psicópata de la Moncloa
se niega a declarar ante el juez, caben dos posibilidades: o no confía en la
justicia, o es más culpable que el pecado. Como no creo que vaya a dejar por
mentiroso (huy, lo que he dicho) a quien comparte (presuntamente) colchón con
ella, cabe concluir que quizá puede que a lo mejor sea posible que cometiera
alguno de los delitos que se le imputan.
Aunque luego vaya su abogado, un exministro
socialista (parece que hay alguno que acabó la carrera, y todo, y además se
licenció), y asegure que la investigada no declaró porque consideraba que no se
daban las garantías; en concreto, dijo que Mi representada no ha declarado
no porque tenga nada que esconder, sino porque esta defensa le ha recomendado
que no se hiciera esta declaración.
O sea, que Begoña no confía en la Justicia, su abogado defensor tampoco, pero Sanchinflas sí… ¿o no?
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