Es
la única manera en la que cabe interpretar la reacción (o la falta de la misma)
del Gobierno de España ante la patochada perpetrada el Martes en la asamblea
legislativa regional de Cataluña, al enviarle un requerimiento a Cocomocho para que aclare si ha declarado la independencia.
Claro,
que también se trata de una alternativa diabólica, tal y como la planteaba
Frederick Forsyth en la novela homónima: conteste lo que conteste, el del corte
de pelo espantoso está acabado. Si dice que sí, todo el peso del Estado caerá
(o debería) sobre él y sus compinches; y si dice que no… si es que no, es peor
(como diría Don Mendo), porque los que caerán sobre él, y no para hacerle
caricias precisamente, son los Clicks
Unidos de Playmobil.
Mientras,
parece haber una cierta unanimidad en que se ha consumado el golpe de Estado,
tanto por parte de las asociaciones de fiscales como de los naranjitos, que en un rasgo de economía
muy catalán sugiere al Congreso quitarles el sueldo a los diputados pedecatos e ierreceos, puesto que han dado un golpe de Estado.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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