lunes, 23 de octubre de 2017

Y sin embargo, se mueve

A pesar de lo que decían los agoreros –y conozco a unos cuantos, incluso dentro de mi propia familia-, finalmente el Gobierno decidió aplicar el artículo 155 de la Constitución para (intentar) atajar el golpe de Estado perpetrado en Cataluña. Y, a pesar de mis temores personales, tuvo el apoyo, no sólo de Ciudadanos (éste se esperaba, puesto que fueron los que, en los últimos días, más dieron la vara con el tema) sino también del PSOE (aunque con reticencias, como ya veremos).
El hecho es que Rajoy anunció la intervención de la autonomía catalana para destituir a Cocomocho y convocar elecciones regionales (aunque algunos digan que esa posibilidad, la de nuevos comicios, no está sobre la mesa: si por un lado el votar es democracia, según ellos, por otro da lo mismo que esté o que no esté, puesto que esa mesa ha dejado de pintar algo) cuando la situación hubiera vuelto a la normalidad. Que la medida, además de inevitable, era la adecuada lo demuestran de forma palmaria las distintas reacciones que ha suscitado entre aquellos más afectados directamente por ella (la doctrina Mafalda, ya se sabe, es infalible).
Así, Cocomocho anunció un pleno para proclamar la república (¿ahora sí, ahora de verdad?) y equiparó al Rey con Franco (la verdad, extraña que no lo hiciera con el padre del tatarabuelo de su tatarabuelo y tocayo, el primer Borbón que reinó en España). Por su parte, el terrorista Otegi y el afamado percusionista Beiras clamaron contra Rajoy y hablaron de golpe de Estado; quizá les reconcomiera la envidia por no haber tenido los redaños de delinquir ellos en el modo en que lo han hecho los necionanistas catalanes. El cantautor protesta (colijo que se les llama así porque la gente protesta por lo rematadamente malas que son las canciones de este tipo de gente) Luis Lago llamó cerdos a los dirigentes europeos que, en Asturias, habían apoyado unánimemente las decisiones del gobierno español. Los neocom se tiraron de los pelos con el discurso de Su Majestad el Rey durante los premios Princesa de Asturias, y llegaron a decir que había dejado de lado a seis millones de españoles… sin darse cuenta que eso supone que está del lado de más de cuarenta millones de españoles: mayoría por mayoría, les ganamos en una proporción de siete a uno.
Como he dicho, la posición de los socialistas no fue unánime. Hubo alcaldes de la rama catalana que pidieron rechazar la aplicación del artículo 155, e incluso alguno dimitió de su puesto en la ejecutiva socialista (renunciar a la poltrona municipal es otro cantar) tras haber firmado un manifiesto pidiendo al maricatalufo que mostrase su desacuerdo con la postura de Ferraz.
Finalmente, están las típicas salidas de pata de banco. Los Clicks Unidos de Playmobil llamaron a la retirada masiva de fondos de las entidades bancarias catalanas, al objeto de provocar un corralito. Quizá sea porque es en un corral donde esos bestias están más a gusto, ya que sólo les hicieron caso los cuatro descerebrados que reaccionan antes con las tripas que con la cartera (algo raro trantándose de catalanes, ya que estamos).
El calvo meacolonia, muy tranquilo después de haber dedicado el triunfo de su equipo a dos delincuentes encarcelados (no creo que en Manchester tengan ni refitolera idea de quiénes son los Jorges), se despachó diciendo que el parlamento catalán es mucho más antiguo que el español. Por lo que he leído por Internet, las Cortes catalanas fueron establecidas en 1.283, fecha indudablemente muy anterior a cualquier asamblea que pudiera llamarse española… pero entre cincuenta y cien años posteriores a las convocadas en la Corona de Castilla (y todos sabemos que, para los necionanistas catalanes, España no es sino la heredera del imperialismo castellano).
Finalmente, el conocido especulador inmobiliario y senador comunista Ramón Espinar comparó, para lanzar una advertencia al PSOE, al PP con los que habían fusilado a progresistas, supongo que en una obvia referencia a Franco. Debe ser que considera fusilar a la gente un trato mucho más inhumano que despellejarlos vivos o tirarlos al mar desde un acantilado, que es lo que hicieron sus correligionarios.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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