sábado, 21 de octubre de 2017

Qué más les darán


Es consenso casi unánime en el mundo de los aficionados españoles al fútbol, excluidos los culés, que el Fútbol Club Barcelona ha sido obscenamente (iba a poner generosamente, pero creo que ese adverbio se quedaba muy corto) favorecido por el estamento arbitral y federativo desde hace, al menos, cosa de dos décadas.
La cosa ya empezó en la semifinal de la Copa de Su Majestad el Rey (aquella edición acabaría ganándola el Español de mis amores, con dos equipos madrileños y otros dos –todavía- barceloneses en la penúltima ronda) en la que el equipo rojiazul se negó a saltar al campo pretextando no sé qué problemas de calendario. Lógicamente, le dieron por perdido el partido y la eliminatoria, pero al año siguiente estaba tan pancho jugando la edición correspondiente.
Poco después, cuando el portugués Luis Figo, entonces merengue y antes culé, saltó al terreno de juego en la visita del Real Madrid al eterno rival, empezaron a llover cosas al terreno de juego. Entre ellas, una cabeza de cochinillo (o de cerdo, desconozco la edad del suido decapitado). Dio lo mismo: ni el estadio se cerró, creo recordar, ni se le impuso una multa, ni se le apartó de las competiciones, ni nada de nada.
Obviando los referidos favores arbitrales (todavía ando buscando la pierna que, presuntamente, Pepe le arrancó a Dani Alves de una patada… que no fue), partido tras partido y año tras año se vienen pasando por alto tanto los aullidos secesionistas como las reiteradas ofensas al país, el himno, la bandera y el Jefe del Estado de todos los españoles.
A todo eso estábamos, ya que no acostumbrados, resignados. Lo que me ha sorprendido (en cierto modo, porque aquí se puede aplicar el refrán de piensa mal y acertarás) ha sido enterarme de que la Federación Española de Fútbol (por otro nombre, el cortijo particular de José María Villar) obvió deliberadamente normas que permitían (y permiten aún, supongo) la expulsión de Gerardo Piqué de la selección española de fútbol.
Como siempre, cada cual tiene derecho a pensar lo que quiera y a defender sus ideas. Lo que es exigible es, por una parte, claridad, y por otra, coherencia. Cosas que no concurren en el citado cantante consorte.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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