Uno
no sabe si los enemigos internos de la civilización occidental actúan como lo
hacen por algún tipo de acomplejamiento o porque verdaderamente odian a dicha
civilización… civilización que es precisamente la que les permite odiarla, ya
que en otras culturas, al que manifiesta odio por el entorno cultural se lo
extirpan de raíz, a la altura de la primera vértebra cervical, sobre poco más o
menos.
Esta
perifrástica forma de abordar la cuestión tiene que ver, como no podía ser de
otra manera, con la confrontación con el Islam. Por mucho que les pueda
molestar a los seguidores de Mahoma –y estoy seguro de que les molesta, y bastante-,
el sustrato de la civilización occidental es básicamente judeocristiano. Y uno
de los símbolos del cristianismo es la cruz, en la que murió Nuestro Señor. Precisamente
por eso, por ser un símbolo, los musulmanes buscan hacerlo desaparecer de todas
partes… hasta de la bandera de Suiza, por ejemplo (de los países escandinavos
todavía no han dicho ni mu, pero es posible que allí haga demasiado frío para
que se planteen invadirlos).
Y
como en todas partes hay cretinos, algunos buscan poner la venda antes de la
herida. Así, clubes como el Madrid o el Barcelona eliminan las cruces de sus
escudos cuando juegan en algún país de Islamolandia (va a ser divertido el
Mundial de Qatar, si finalmente se celebra); un cretino que presidió la
comunidad autónoma de Aragón sugirió eliminar de su escudo las cabezas de cuatro
moros; o una cadela alemana de supermercados ha eliminado recientemente las cruces cristianas de los envases de muchos de sus productos griegos con el
objetivo de no ofender a la comunidad musulmana.
Algunos
clientes de la compañía se percataron de que Lidl había censurado las cruces de la parte superior de las cúpulas
y de la iglesia de Santorini en sus yogures y otros alimentos. La compañía
alemana se ha visto obligada a pedir perdón por este hecho en los siguientes
términos: Lo sentimos por cualquier
ofensa causada por nuestra gama Eridanous. Revisaremos el diseño lo antes
posible. Lidl se justificó en que no querían transmitir ningún punto de
vista ideológico en el diseño de sus productos.
Los
muy imbéciles no se dieron cuenta de que, buscando no ofender a la comunidad musulmana (comunidad que parece tener una
epidermis muy delicadita), ofendían simultáneamente a la comunidad cristiana
(de momento mayoritaria en Europa) y al sentido común.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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