Escrito
hacia las diez de la noche del Martes
Debo
decir, para empezar, que no tengo costumbre de escuchar discursos políticos
(salvo los de Su Majestad el Rey), debates electorales, mítines, sesiones
parlamentarias y actos semejantes. Si el que habla es de mi cuerda ideológica,
ya sé lo que va a decir y sólo puede decepcionarme; si es de la contraria, no
me va a convencer y lo más probable es que me cabree. Por lo tanto, en general
funciono a base de crónicas, artículos de opinión y similares.
Dicho
lo cual, la metáfora que vengo empleando últimamente para retratar la situación
de los golpistas catalanes se va demostrando más ajustada que nunca. Los
golpistas son como ese presunto suicida que avanza directo al precipicio en la
confianza de que será detenido antes de despeñarse. Lo que ocurre es que quien
debería detenerle es un tancredista (o un consumado maquiavelista), y ha
decidido esperar a ver si el suicida va en serio o de farol. Que va de farol lo
demuestra el que, llegado al precipicio de la declaración de independencia no
continúa avanzado, porque eso sería la muerte; pero tampoco puede retroceder,
porque la jauría de perros rabiosos que alimentó y azuzó le pisa los talones, y
le despedazará a dentelladas si da un paso atrás. Por lo tanto, lo único que le
queda es bailar la yenka y dar un paso a la derecha y otro a la izquierda.
Traducido:
los golpistas celebran el butifarrendum
II, el Gobierno no hace (aparentemente) nada salvo decir que no ha pasado nada porque lo que no es legal no ha ocurrido, los golpistas dicen que han
triunfado, Cocomocho proclama la
independencia, pero suspende sus efectos… y los Clicks Unidos de Playmobil le llaman traidor, tras lo que se reúnen
con él y con el estrábico con sobrepeso (llamarle gordo bizco sería más breve, pero también más rudo) en un
despachito para pergeñar un documento que, probablemente, comentaré mañana en
esta misma entrada. Mientras, los neocom le aplauden entusiasmados.
Escrito
hacia las diez y media de la noche del Martes
Decían
que la República Democrática de Alemania era una sucesión de mentiras, porque
ni era república, ni era democrática, ni era Alemania. El panfleto que han
pergeñado pedecatos, irreceos y Clicks Unidos de Playmobil en un pispás es, igualmente, una sarta
de embustes y falsedades. No son los representantes de Cataluña, sino sólo de
parte; la república que se constituye no es democrática, ni social, ni de
Derecho, puesto que nace, o intenta nacer, saltándose las normas que ellos
mismos previeron para esta eventualidad.
Nihil novo sub sole, por lo tanto. Salvo
que estos mamarrachos están haciendo bueno a Luis Companys, que sería un
asesino y un sectario, pero que por lo menos tuvo los redaños de proclamar la
independencia sin ambages y de ir a la cárcel por ello (aunque sus compinches
le sacaran a los cinco minutos).
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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