Cuando
me enteré de que el Jefe del Estado iba a dar un discurso televisado decidí que
tenía que verlo. No sólo porque así tendría materia para una nueva entrada en
el blog (lo cual, teniendo en cuenta que hay gente que me lee de manera
regular, y que conozco a esa gente, es una responsabilidad añadida) sino
porque, de unos años para acá, sigo con atención los mensajes que la Corona
dirige a la nación (habitualmente, los navideños).
La
valoración de mi padre fue que había sido insuficiente.
No me esperaba otra valoración, y estoy parcialmente de acuerdo con ella, pero
con matices. Lo que el cuerpo pedía es que el Rey, con uniforme de capitán general
de los ejércitos, encabezara a las Fuerzas Armadas para meter en vereda a los
golpistas catalanes (después de que se limpiaran el culete, porque se iban a ir
por la pata abajo). Pero no puede hacer eso, salvo que las cosas vayan a
mayores. En la Constitución, el Rey reina, pero no gobierna, y sólo le quedaba
hacer lo que hizo: arbitrar y moderar el funcionamiento de las instituciones. Y
el consejo de gobierno y la asamblea legislativa regionales son precisamente
eso, instituciones; siendo Cocomocho el
máximo representante del Estado en la región.
Dicho
lo cual, el discurso se resume en una sola palabra: contundente. Empezando por
la primera frase: Estamos viviendo
momentos muy graves para nuestra vida democrática.
A
partir de ahí, prácticamente una vez por párrafo, señalaba que los que están al
margen de la Ley son los golpistas:
pretensión final de la Generalitat de que sea proclamada -ilegalmente-la independencia de Cataluña.
Desde hace ya tiempo, determinadas autoridades de Cataluña, de una manera reiterada, consciente y deliberada, han venido incumpliendo la Constitución y su Estatuto de Autonomía
Con sus decisiones han vulnerado de manera sistemática las normas aprobadas legal y legítimamente, demostrando una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado.
Han quebrantado los principios democráticos de todo Estado de Derecho
todo ello ha supuesto la culminación de un inaceptable intento de apropiación de las instituciones históricas de Cataluña. Esas autoridades, de una manera clara y rotunda, se han situado totalmente al margen del derecho y de la democracia.
Los
comentaristas, en general, señalaban que Su Majestad había venido a dar un
espaldarazo al Gobierno para que tomara las medidas necesarias. Tuve que
esperar a leer el discurso, porque cuando lo escuché no me percaté. Pero sí,
ahí estaba, bien clarito:
Por todo ello y ante esta situación de extrema gravedad, que requiere el firme compromiso de todos con los intereses generales, es responsabilidad de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional y el normal funcionamiento de las instituciones, la vigencia del Estado de Derecho y el autogobierno de Cataluña, basado en la Constitución y en su Estatuto de Autonomía.
Antes
de soltar las soflamas finales, tuvo que decir una cosa que, por evidente,
algunos parecen olvidar:
A los ciudadanos de Cataluña -a todos- quiero reiterarles que desde hace décadas vivimos en un Estado democrático que ofrece las vías constitucionales para que cualquier persona pueda defender sus ideas dentro del respeto a la ley. Porque, como todos sabemos, sin ese respeto no hay convivencia democrática posible en paz y libertad, ni en Cataluña, ni en el resto de España, ni en ningún lugar del mundo. En la España constitucional y democrática, saben bien que tienen un espacio de concordia y de encuentro con todos sus conciudadanos.
En
cuanto a si el discurso dio o no en el clavo, no hay más que aplicar la doctrina Mafalda a las reacciones: el
presidente del consejo de gobierno de Vascongadas se mostró preocupado y
entristecido (o términos similares), lo cual equivalía a decir que acababa de
recibir un garrafón de agua fría. Mientras que Junior acusó a Felipe VI de comprometerse con el PP pero no con la democracia, España o Cataluña, añadiendo
que no en su nombre. Dejando aparte
que uno se pregunta qué discurso escucharon los neocom, o qué concepto tienen de democracia (es una pregunta retórica, ya lo sabemos demasiado bien),
estos mentecatos (por no decir gilipínfanos) parecen no percatarse de que,
cuando dicen que tal o cual no les representa, dejan la puerta abierta a que,
en el futuro no deseable, cualquiera pueda decir que ellos no le representan a
él.
Bueno,
entonces imperará su concepto de democracia,
y ya no se podrá decir nada.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
¡¡¡VIVA EL REY!!!
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