Cuando
el populismo de izquierdas estaba en auge, alcanzó el poder en Grecia. Parecía que
España podría ser el siguiente país, pero no fue así.
Una
vez en el poder, quedó demostrado que los comunistas, por muchos estudios o
títulos académicos que tengan, cuando intentan aplicar sus dogmas ideológicos a
la realidad, fracasan estrepitosamente. Al igual que el proletarios del
mundo, uníos (por el amor de Dios, añadió el chiste que buscaba dar
una orientación más religiosa a la proclama marxista bajo el pontificado
de san Juan Pablo II) saltó por los aires con la Primera Guerra Mundial -los
proletarios, antes que tales, eran franceses, prusianos o rusos, y antes pensaban
en y defendían a su patria que a su clase social-, las rimbombantes proclamas y
las irreales propuestas quedaron en nada frente a la dura realidad de la economía
de mercado (la única que hay, porque la otra es miseria, hambre y muerte).
Primero
el alopécico ministro de Economía cuyo nombre no recuerdo ¿Varufakis?), y luego
el primer ministro (que sé que se llama Tsipras porque aparece en el titular,
que si no…) tuvieron que no hacer todo lo que dijeron que harían y hacer todo
lo que dijeron que no harían. El país sufrió y, naturalmente, se libró de ellos
a las primeas (elecciones) de cambio.
Ahora
gobierna en Grecia un tal Mitsotakis. No sé de qué partido será, pero dado que
el país heleno fue el que más rápido reaccionó frente al patógeno, tomando
medidas de aislamiento desde finales de Febrero (alguna ninistra dirá
que, como está más al Este, la cosa le llegó antes), y que está tumbando a la pandemia, colijo que no será precisamente un populista ni tampoco de izquierdas.
Para
nuestra desgracia, somos españoles, no griegos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario