Cuando
un político español, sea del signo que sea, dice que algo no pasará, conviene
atarse los machos, porque es casi seguro que va a pasar.
Recuerdo
que, en mi infancia, mi familia pasaba parte del verano en San Juan, provincia
de Alicante. Ya en aquel entonces empecé a ser consciente de lo que digo en el
primer párrafo, porque cada vez que el ministro Solchaga -aquél que dijo que España
era el país en el que más rápidamente podía hacerse rico una persona- afirmaba
tajante que no se devaluaría la peseta, a los pocos días, o semanas a lo más,
teníamos devaluación al canto. Treinta años después, Mariano Rajoy dijo que no subiría los impuestos... y los subió.
Por
ello, espero por una vez -en realidad, en todo lo que tiene que ver con el
Covid-19, por ejemplo, deseo fervientemente estar equivocado, porque mis
presagios son más oscuros que el culo de una hormiga- estar en un error. Y que
cuando Begoña Villacís afirma tajante que no va a haber moción de censura en el Ayuntamiento ni en la Comunidad de Madrid -habrá que entender que no la va a haber
apoyada por el partido pomelo, se entiende-, esté diciendo la verdad.
Porque
si no fuera así, y esas mociones prosperaran, los madrileños veríamos nuestras
haciendas y nuestras vidas más en peligro de lo que lo están ya.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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