El
partido pomelo parece caminar, a pasos agigantados, hacia su desaparición
o, al menos, hacia la inanidad política. En su afán de ser -ahora- un partido
bisagra, pacta con unos y con otros, a un lado y a otro.
Sin
embargo, hay un par de circunstancias que no parecen tener en cuenta. La primera,
que aunque en España el bipartidismo parezca haber desaparecido -si definitiva
o transitoriamente, ése es tema para otro día-, lo que no ha desaparecido es el
bi bloquismo. Es decir, en política, no hay espacio para medias tintas
ideológicas: o eres de derechas, o eres de izquierdas. Si pactas con las
primeras, las segundas te llamarán facha; si con las segundas, las primeras te
considerarán rojo. Y esto no es nuevo: hay una lista -bien es cierta que corta,
pues tiene sólo tres elementos: el CDS, UPyD y el propio Ciudadanos- de
formaciones que jugaron a hacer de puente entre unos y otros, y de esa lista ya
sólo queda vivo (o en estado no vegetativo) uno de los partidos.
Por
eso, que hace dos semanas Inés Arrimadas se mostrara dispuesta a apoyar a Sin
vocales en la votación para la prórroga del estado de alarma a cambio de un gesto quizá le pareciera a la política catalana un gesto noble, honroso,
altruista. Pero el único gesto que, finalmente y tras invitarles a unirse a su alianza
Frankenstein -término por lo demás profundamente injusto para con la
criatura creada por Mary Shelley, puesto que el monstruo era esencial y
originalmente bueno, pero, al modo de la canción interpretada por Jeanette, se
volvió malo porque el mundo le hizo así- será el que adorna esta entrada, como
quedó demostrado tras la alianza entre socialistas y terroristas el mismo día
de la votación parlamentaria.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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