Ahondando
en la churchilliana definición de fanático que daba ayer, podríamos
añadir que un fanático es alguien que no permite que la realidad, o sus
circunstancias, le aparten del curso de acción que ha decidido.
Es
el caso de la noticia que salió ayer: un grupo de separatistas catalanes se
había saltado el confinamiento y se manifestó ante la cárcel donde están
encerrados los golpistas. Vale, de acuerdo, no llegaban a dos docenas -ya
sabemos que, aunque hagan mucho ruido, los independentistas de verdad no son
tantos-, pero el caso es que lo hicieron.
Y,
como dice la noticia, el doble rasero del gobierno socialcomunista y sus
aliados antiespañoles (antiespañol es también el gobierno) se demuestra también
aquí: se interrumpen misas con media docena de personas, se impide marchar por
la Castellana con la bandera de España… pero a los que jalean a los golpistas
no se les pide la identificación.
Si
no fuera porque en esa cárcel habrá gente que no se lo merece -empezando por los
funcionarios de prisiones-, uno casi desearía que se contagiaran y acabáramos
de una vez…
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