Ahora
que parece que, por fin, toda España -y, por lo tanto, Madrid, porque como Sinmangas
no se cansa de señalar, Madrid está en España- estará, al menos, en la fase uno
(la segunda, no nos olvidemos) del despeñamiento, conviene no olvidar quéocurrió hace una semana escasa.
Y
lo que ocurrió fue que a Madrid se le negó el pase a la fase uno (aunque
permitiendo siete leves mejoras para compensar que sea la única
comunidad que seguía en la fase cero) tras una fuerte discusión y sin
que el Gobierno explicara los criterios técnicos. Mal podría hacerlo cuando fuentes
de Moncloa habrían admitido la aplicación de criterios políticos sobre su plan
de desescalada.
Todo
esto indica que el desgobierno no se mueve por criterios objetivos y
científicos, sino (valga la redundancia) subjetivos y personales, en su toma de
decisiones. Porque si hay unos criterios objetivos, o los cumples o no los
cumples, y punto pelota. No hay nada que discutir. Pero si se discute, y se
compensa, queda demostrado el concepto de la política que tienen los que llevan
actualmente las riendas del poder en España: el de un chalaneo. Y a eso, al
menos cuando estudié la carrera, se le llamaba prevaricar, y era un delito; de
hecho, de los más serios que se puede imputar a un miembro del aparato
del Estado por el hecho de serlo.
Por
ello, y por mucho más…
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