domingo, 31 de mayo de 2020

Escoria humana

La mayor parte de los líderes de la izquierda española, ya que no son capaces de mantener la boca cerrada con carácter permanente, deberían optar entre haberla cerrado en el pasado o mantenerla cerrada en el presente. Dado que lo primero es imposible -los viajes en el tiempo, al menos hacia atrás, no son factibles en nuestro universo (de lo contrario, como señalaba agudamente Stephen Hawking, estaríamos llenos de turistas del futuro)-, sólo quedaría desear que se mantuvieran callados de ahora en adelante.
Eso nos ahorraría a los demás muchos episodios de vergüenza ajena. A ellos no les ahorraría nada: carecen de vergüenza, de escrúpulos, de sentido del ridículo, de empatía, de estudios, de la más mínima noción de urbanidad… carecen de tantas y tantas cosas que, la verdad, uno terminaría antes diciendo las cosas de las que no carecen (para los despistados: ya he terminado).
Es difícil decidir quién debería estarse más callado. Sin duda uno de los que más es ese argentino al que me referiré perifrásticamente (para no caer en otros apelativos de mal gusto que utilizo de vez en cuando) diciendo que tiene el cuerpo tan retorcido como el alma. Habla de defensa de los trabajadores cuando él pagó en negro a su asistente; y siendo hijo de un potentado que es socio de un club de golf (algo de lo que la izmierda abomina, cuando la mayoría de los grandes golfistas son gente de orígenes humildes) y estando domiciliado en el barrio de Salamanca de Madrid, le pide al alcalde de la Villa y Corte que no sea el alcalde de los ricos y que actúe contra los manifestantes.
¿Dónde quedó la libertad de expresión, Echeminga?
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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