Sinvergüenza
es uno de los adjetivos que mejor define al actual consejo de ninistros español
en general y a su presidente en particular. No sólo porque dice las trolas más
gordas sin que se le mueva un músculo, sino porque exhibe un desprecio olímpico
por cualquier cosa o persona que no sea él mismo.
Hace
una semana, compareció para anunciar que intentaría que la siguiente prórroga
del estado de alarma -a estas alturas ya sabemos que, afortunadamente, fracasó-
fuera por un mes aproximadamente. Consultado sobre si publicaría los informes que justifican el
pase o no de fase de despeñamiento en las diferentes comunidades autónomas
-informes que afirmó que serían públicos-, se negó a contestar el tema (aunque
bueno, dado que se los había filtrado al diario El Pis, públicos ya
eran) y alternó entre la gracieta sin gracia -al decir que desconocía el
minuto concreto en que se había remitido el informe a la comunidad autónoma
de Madrid- y la chulería despreciativa, reprochando a un periodista que él no
formularía así la pregunta y que contestaría como él considerara.
Teniendo
en cuenta que el informe en cuestión apareció como firmado tres horas después
del anuncio de la decisión que se basaba en él, sería curioso ver qué hubiera
dicho de haber contestado directamente a la pregunta.
Por
ello, y por mucho más…
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