En
los últimos días han ido creciendo las concentraciones de rechazo a la gestión
(por llamar de alguna manera a esa negligencia criminal) del desgobierno socialcomunista
en relación con la pandemia de Covid-19.
Tengo
que aclarar que no recuerdo haber ido nunca a concentración de protesta de ningún
tipo, incluso cuando el tema podía tocarme de cerca (al bolsillo, para ser
concretos), lo que producía la extrañeza e incluso el rechazo entre algunos de
mis conocidos y/o colegas. Mi opinión es que dichas manifestaciones rara vez
sirven de algo: si es la izquierda la que está en el poder -no creo que, si
alguna vez fuera a protestar por algo, lo hiciera precisamente contra la
derecha, pero oye, quién sabe…-, hará lo que le salga del epidídimo. Lo cual no
me impediría, llegado el caso -no digo que lo fuera a hacer siempre- aceptar el
beneficio que las concentraciones ajenas tendrían sobre mi persona.
Volvemos
al tema. Al desgobierno parece estarle poniendo nervioso este aumento del
rechazo a su nefasta actuación. No precisamente por la salud general, sino por
la particular de sus bolsillos y sus poltronas. Por ello, con gran celeridad ha
enviado a las fuerzas del orden a disolver algunas concentraciones
-curiosamente, la del entierro de Julio Anguita o la de los filogolpistas
catalanes, no-, hasta el punto que sindicatos policiales han denunciado la
existencia de ordenes políticas (oh sorpresa, oh maravilla) y el
convencimiento de que se están superando líneas rojas con el estado de alarma.
Y
como antes se coge a un mentiroso que a un cojo -sobre todo, cuando el que
miente lo hace de pena-, tenemos una nueva razón -no será (no es, de hecho) la
última- para no publicar la identidad de los miembros de su comité de
expertos: ahora resulta que son funcionarios, dicen.
Por
ello, y por mucho más…
¡¡¡EL
GOBIERNO ES RESPONSABLE!!!
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