La
izquierda española es mala. Tiene malos sentimientos, malas tendencias y malas
aptitudes (y actitudes también). Pero es que, además, mienten muy mal. Tan mal,
que cualquiera con dos dedos de frente y sin anteojeras es capaz de pillarles
en un renuncio sin esforzarse demasiado.
Tomemos
el caso de la portacoz del consejo de ninistros, la responsable
final (porque ya no hubo más) de dejar Andalucía en la ruina, para luego
negarle el pan y la sal cuando al Sur de Despeñaperros gobierna la derecha. Preguntada
si el Gobierno se planteaba llevar a cabo subidas masivas de impuestos para
hacer frente a la gran factura de gasto público que se avecina, dijo que el
Gobierno no va a aprobar ni subidas masivas de impuestos ni bajadas masivas.
Hasta
aquí todo muy bien. Sin embargo, a continuación dijo que el Ejecutivo pretende retomar
la agenda fiscal, porque hay impuestos como el de Sucesiones o el de
Patrimonio, que están en manos de las comunidades autónomas y están teniendo
especiales dificultades para lograr una recaudación significativa. Dejando de
lado la curva de Laffer, hay que tener en cuenta que esos dos tributos son -a Dios
gracias- casi residuales (además de confiscatorios en esencia, pero ese es otro
tema), por lo que cualquier cosa que no sea eliminarlos supondrá una subida, y
además significativa.
Y
es que se coge antes a un mentiroso que a un cojo.
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