jueves, 21 de mayo de 2020

Coronavirus (72)

Hace una semana -el retardo en comentar las noticias se ha reducido a ese lapso, de momento-, hubo varias noticias que pusieron de manifiesto -como si hicieran falta más pruebas- tanto la imagen de inepcia y sectarismo de las autoridades estatales como el profundo disgusto de los españoles con quienes se supone que, por aquello del mando único, deberían velar por ellos.
En primer lugar, la Fiscalía del Tribunal Supremo -y, dado el principio jerárquico del Ministerio Público, cabe atribuir la responsabilidad a su máxima autoridad, amiga de prevaricadores y ministra tres veces reprobada en sede parlamentaria- descartó que la falta de protección de los sanitarios contra el Covid-19 se debiera a la inactividad del Gobierno (ignoro en qué asignatura de Derecho estudiaron epidemiología; yo, al menos, no no recuerdo en mi paso por la carrera). Al menos, admite en su escrito el hecho notorio de que los profesionales sanitarios no han contado, sobre todo en los primeros momentos de la crisis, con todos los recursos que necesitaban para hacer frente a la situación sobrevenida por la epidemia de la covid-19, pero entiende que no es posible hallar en este momento procesal acreditación bastante de que esa situación se deba, de manera objetiva, primordial y determinante, en acreditada relación de causa-efecto, a un concreto e identificable incumplimiento (o incumplimientos) por la Administración de su obligación de adoptar medidas dirigidas a garantizar la posibilidad de determinar la mejor distribución en el territorio de todos los medios técnicos y personales para combatir la epidemia de covid-19.
O sea, que no tienen medios, pero la culpa de que no tengan medios no es de quienes deberían proporcionarles esos medios: átame esa mosca por el rabo. Y aunque la aportación de donaciones particulares (…)no es demostrativa de la inacción o insuficiencia de la labor de la Administración, del mismo modo que no es incompatible con ella, el que las aportaciones particulares hayan sido, al menos en apariencia, notoriamente superiores a las estatales, algo debe de indicar, ¿no, Loli?
Naturalmente, el desgobierno está ocupado, pero en otras cosas… como en hacerle la guerra a aquellos que, con su actuación, dan muestras de, al menos más diligencia que ellos. Aunque para ello tengan que tirar de noticias falsas que afecten a ciudadanos particulares, que tienen que salir a desmentir las insidias, bulos y calumnias que se difunden desde las altas esferas y que, naturalmente no son perseguidas.
Volviendo al tema del personal sanitario, en la primera reunión del ninisterio con los sindicatos desde el estallido de la epidemia, el titular del departamento plantó a los interlocutores. Es de desear, aunque no lo espero (no se lo merece, en cualquier caso), que haciendo honor al ausente los plantados se tomaran el feo con filosofía.
Finalmente, el ninistro de Universidades -que, por su edad, antes debería estar en una de esas residencias de ancianos que, gracias a la gestión del Chepas, se han convertido en una suerte de morgues en potencia-, siguiendo el presunto desliz de la ninistra de Educación y Formación Profesional -de donde se deduce que estos retroprogres no consideran que la segunda se encuentre incluida en la primera- cuando equiparó críticas al desgobierno y bulos, dijo claramente en La Secta que había que intervenir las redes sociales.
Por ello, y por mucho más…
¡¡¡EL GOBIERNO ES RESPONSABLE!!!

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