Hace
una semana -el retardo en comentar las noticias se ha reducido a ese lapso, de
momento-, hubo varias noticias que pusieron de manifiesto -como si hicieran
falta más pruebas- tanto la imagen de inepcia y sectarismo de las autoridades
estatales como el profundo disgusto de los españoles con quienes se supone que,
por aquello del mando único, deberían velar por ellos.
En
primer lugar, la Fiscalía del Tribunal Supremo -y, dado el principio jerárquico
del Ministerio Público, cabe atribuir la responsabilidad a su máxima autoridad,
amiga de prevaricadores y ministra tres veces reprobada en sede parlamentaria- descartó que la falta de protección de los sanitarios contra el Covid-19 se debiera a la inactividad del Gobierno (ignoro en qué asignatura de Derecho estudiaron epidemiología; yo, al menos, no no recuerdo en mi paso por la carrera). Al menos, admite en su escrito el hecho notorio de
que los profesionales sanitarios no han contado, sobre todo en los primeros
momentos de la crisis, con todos los recursos que necesitaban para hacer frente
a la situación sobrevenida por la epidemia de la covid-19, pero entiende
que no es posible hallar en este momento procesal acreditación bastante de
que esa situación se deba, de manera objetiva, primordial y determinante, en
acreditada relación de causa-efecto, a un concreto e identificable
incumplimiento (o incumplimientos) por la Administración de su obligación de
adoptar medidas dirigidas a garantizar la posibilidad de determinar la mejor
distribución en el territorio de todos los medios técnicos y personales para
combatir la epidemia de covid-19.
O
sea, que no tienen medios, pero la culpa de que no tengan medios no es de
quienes deberían proporcionarles esos medios: átame esa mosca por el rabo. Y aunque
la aportación de donaciones particulares (…)no es demostrativa de la
inacción o insuficiencia de la labor de la Administración, del mismo modo que
no es incompatible con ella, el que las aportaciones particulares hayan
sido, al menos en apariencia, notoriamente superiores a las estatales, algo
debe de indicar, ¿no, Loli?
Naturalmente,
el desgobierno está ocupado, pero en otras cosas… como en hacerle la guerra a aquellos
que, con su actuación, dan muestras de, al menos más diligencia que ellos. Aunque
para ello tengan que tirar de noticias falsas que afecten a ciudadanos
particulares, que tienen que salir a desmentir las insidias, bulos y calumnias
que se difunden desde las altas esferas y que, naturalmente no son perseguidas.
Volviendo
al tema del personal sanitario, en la primera reunión del ninisterio con
los sindicatos desde el estallido de la epidemia, el titular del departamento plantó a los interlocutores. Es de desear, aunque no lo espero (no se lo merece, en
cualquier caso), que haciendo honor al ausente los plantados se tomaran el feo
con filosofía.
Finalmente,
el ninistro de Universidades -que, por su edad, antes debería estar en
una de esas residencias de ancianos que, gracias a la gestión del
Chepas, se han convertido en una suerte de morgues en potencia-,
siguiendo el presunto desliz de la ninistra de Educación y Formación
Profesional -de donde se deduce que estos retroprogres no consideran que la segunda
se encuentre incluida en la primera- cuando equiparó críticas al desgobierno y bulos,
dijo claramente en La Secta que había que intervenir las redes sociales.
Por
ello, y por mucho más…
¡¡¡EL
GOBIERNO ES RESPONSABLE!!!
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