lunes, 22 de junio de 2020

Diáfana exposición

El nivel intelectual medio del sedicente mundo de la cultura español deja, desde mi punto de vista, bastante que desear. De entre sus miembros, pocos son los que hacen algo que no sea repetir como papagayos las consignas de la izmierda: no a la guerra (según quiénes la hagan), reparto de la riqueza (de los demás), libertad de expresión (la propia), condena de la pederastia (salvo si es practicada dentro de las propias filas) y demás.
Sin embargo, de vez en cuando hay excepciones. No hablo de, por ejemplo, Loquillo, acostumbrado a decir lo que piensa sin pelos en la lengua: es difícil llevarle la contraria a un tío de dos metros que, además, tiene una cabeza muy bien amueblada debajo de un tupé muy bien colocado.
No, hablo de Enrique Bunbury. Acostumbrado a su pose escénica, más que teatral, histriónica (vendría a ser una versión milenial de Raphael), me sorprendieron unas declaraciones suyas por el buen sentido que destilaban. Fue algo así como encontrar un oasis en medio de ese desierto intelectual que es el gremio de los titiricejas patrios.
¿Y qué es lo que dijo? Pues soltó dos perlas, no por sencillas en su exposición menos evidentes y lapidarias en sus implicaciones: que debemos tener cuidado porque vienen tiempos difíciles y que 'Nueva normalidad' es un término inaceptable con el que pueden colarnos lo que sea.
Se puede decir más alto, pero no más claro.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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