Un
socialista es alguien capaz de sostener simultáneamente una cosa y la contraria,
y afirmar que ambas son ciertas y progresistas.
Cómo
será la cosa, que hasta en Francia se han dado de la cuestión. Y como en los
tiempos que corren se juegan la vida con el tema, hace tres semanas recomendó
no viajar a España por sus medidas contradictorias.
Se
puede decir más alto, pero no más claro…
***
…y en condiciones normales, aquí habría acabado
la entrada. Sin embargo, me pareció que quedaba demasiado corta, así que me di
un tiempo -¡qué demonios, me vi una película!- mientras dejaba vagar la mente
(es decir, mientras dejaba de pensar en ello), a ver qué se me ocurría. Y lo
que se me ocurrió quizá no tenga que ver directamente con el artículo en el que
se basa la entrada, pero al menos me permitirá rellenar líneas. Vamos allá.
Los modelos autoritarios creen en la regulación:
promulgan normas y más normas, en un intento de tenerlo todo controlado,
dirigido, previsto. Pero, como dijo (creo) John Lennon, la vida es eso que te
pasa mientras estás ocupado haciendo planes: por mucho que corra, el Derecho
siempre irá por detrás de la realidad. Y cuando a cargo de la elaboración de
las normas está una panda de zotes -sé de lo que hablo: he podido ver, en un
campo muy muy concreto, en el ámbito en el que se desarrolla mi trabajo, cómo
la calidad legislativa ha ido empeorando en el último cuarto de siglo-, es
frecuente que las normas, sobre estar mal redactadas -para muestra, una calientacamas-,
serán contradictorias, ilegales, anticonstitucionales o varias o todas de esas
cosas.
Los modelos liberales, en cambio, son menos
reguladores: la Constitución de Estados Unidos (sí, lo sé, hay más estados
unidos, incluso en Norteamérica, pero todos sabemos a qué país nos estamos
refiriendo) tiene siete artículos y veintisiete enmiendas, mientras que la
española de 1.978 tiene cinco veces más (el sedicente estatuto sedicioso no sé
cuántos tiene, pero sé que son bastantes más). Y la norma estadounidense ya
está en su tercer siglo de vigencia.
Resumiendo: como en España, desde 1.982, o ha
gobernado la izquierda o lo ha hecho una derecha más o menos acomplejada (lo de
hablar catalán en la intimidad produce vergüenza ajena), y como en
Europa tenemos al mando a una panda de burócratas, lo que hay es una diarrea
legislativa de tres pares de narices.
Y con esto y un bizcocho…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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