Todos
los tiranos de izquierdas han seguido la misma táctica: prometer dar el poder a
la gente, al pueblo o al lucero del alba pero, una vez instalados en la
poltrona, han agarrado bien fuerte las riendas del poder, dispuestos a no soltarlas
nunca. From my dead cold hands, Mr. President, como dijo Charlton Heston
en una asamblea de la Asociación Nacional del Rifle cuando se planteó la posibilidad
de la restricción a la libertad de llevar armas en Estados Unidos.
Lo
hizo Lenin, lo hizo Stalin, lo hicieron los de sus satélites (los gobernantes
de los satélites tenían las riendas del satélite… y el Kremlin las riendas de
los gobernantes; y si no, que se lo digan a Checoslovaquia, Hungría o Polonia),
lo hizo Mao, lo hizo Castro… y, sin muertos de por medio (todavía y que
sepamos) lo está haciendo el Chepas.
Cuando
nació el llamado movimiento 15-M (es curioso un movimiento cuyo rasgo más
llamativo era, precisamente, estar quietos en un sitio), se crearon los
llamados círculos, en los que todos discutían de todo. Aquello era,
naturalmente, una jaula de grillos (y dado el escaso nivel de higiene corporal
de los ocupantes de la vía pública, también de pulgas, piojos y garrapatas,
probablemente), por lo que poco a poco se fue estableciendo una estructura más,
digamos, tradicional.
Seguían
siendo varios los que decidían. Sin embargo, como en Rebelión en la granja
-resulta forzoso referirse a Orwell cuando uno habla de la toma del poder por
los comunistas-, poco a poco el poder se fue concentrando en menos manos, hasta
que finalmente se ha concentrado en sólo dos: la derecha y la izquierda del
hijo del terrorista.
En
el marco de la tercera asamblea ciudadana estatal neocom, Junior fue
reelegido al frente de la banda con el noventa y dos por ciento de los apoyos. Un
respaldo muy respetable… si no tenemos en cuenta que el número de votantes no alcanzó el once por ciento de los inscritos. Es decir, que de cada cien inscritos neocom,
sólo diez apoyan al marqués de Galapagar; uno no le apoya, y a los otros
ochenta y nueve se la trae floja.
En
esa asamblea también se aprobaron los documentos organizativo, político, ético
y de feminismos (no sabía que hubiera varios feminismos), se acabó con la
prohibición de ocupar varias responsabilidades dentro del partido o en las
instituciones -si esto no es un paso más hacia la concentración de poderes y
cargos, que baje Marx y lo vea-, y se incluyó en el nuevo código ético (qué
risa, tía Felisa, un comunista hablando de ética) que los mandatos de los
cargos internos, incluido el del mandatodo, puedan durar más de los doce
años fijados ahora como límite, si lo permiten los militantes en una consulta.
Como
novedad también figuró la eliminación de los tres salarios mínimos interprofesionales
—además de complementos por personas a cargo— como medida para limitar los
sueldos de los miembros de Podemos, que la formación morada lleva aplicándose
—y haciendo de ello una de sus señas de identidad— desde que nació en 2014. A
partir de ahora, los cargos neocom seguirán donando parte de sus
sueldos, pero la cantidad ya no estará determinada por esta medida de los tres
SMI, sino por un sistema de porcentajes, que variará en función de las
responsabilidades asumidas. Que dar dinero está bien, pero tampoco hay que
pasarse; vamos, digo yo.
En
cuanto al modelo organizativo, Junior introdujo por primera vez en los
estatutos una nueva figura de persona militante (¿mil y un tontos?), con
obligación de pagar cuota para ser integrante de pleno derecho (se acabó
lo de participar by the face, a ver qué nos habíamos creído) y también
planteó un nuevo diseño territorial de la organización, en el que propuso crear
nuevas estructuras provinciales y municipales, que sustituyan a las actuales.
Hacia
la república plurinacional… de su casa.
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