viernes, 5 de marzo de 2021

Ah... mérica

Ni siquiera yo osaría sostener que Donald Trump se encuentra entre los mejores presidentes de Estados Unidos. Tampoco voy a decir que se encuentra entre los peores, ya que -entre los que yo he vivido- hay al menos dos que le superan y por mucho: Jimmy Carter y Bobama.

Probablemente por ser un outsider de la política -y quizá también por su forma de ser-, Trump ha sido, antes de su mandato, durante el mismo y una vez finalizado, políticamente incorrecto. Pero, aplicando esa piedra de toque casi infalible que es la doctrina Mafalda, algo debía estar haciendo bien cuando ha puesto de los nervios a gran parte del giliprogrerío mundial, incluyendo el de su propio país.

Tan de los nervios estaban que tiene el récord de haber sido el presidente que más procesos de impeachment ha sufrido -dos-, y eso que sólo ha tenido un mandato. Respecto al segundo, recientemente sustanciado -a su favor, aunque dadas las mayorías que se requieren es muy complicado que un procedimiento de este tipo salga adelante-, ha tenido lugar cuando Trump ya había abandonado el Despacho Oval -y la rosaleda, la Casa Blanca y hasta Washington D.C.-, lo que ha llevado a sus abogados a señalar que era un juicio político inconstitucional, debido a que no se puede destituir de su cargo a un expresidente.

Precisamente por ello, resulta bastante verosímil que el verdadero objetivo de la acusación era otro. En efecto, si el Senado lo condenaba no podría volver jamás a presentarse como candidato en las elecciones; hace no demasiado, plantear que un (casi) octogenario optara a la presidencia parecería un desatino, pero los tiempos cambian (no hay más que ver al sucesor de Trump, aunque parezca estar más p’allá que p’acá, y desde hace tiempo).

Los letrados de Trump exhibieron en el juicio exhibiendo varios vídeos en los que aparecían los demócratas en infinidad de ocasiones pidiendo a sus seguidores luchar y luchar como el infierno, tal y como hiciera el expresidente republicano. En las secuencias se veía a la vicepresidente Kamala Harris pronunciando la misma metáfora política en repetidos mítines, llegando a contabilizarse dicha expresión hasta setenta veces.

En otro vídeo, Nancy Pelosy (otra que debería estar en su casa tomando sopitas) se preguntaba públicamente por qué no había más levantamientos en todo el país, para después añadir que probablemente los habrá. Otra demócrata claramente se quejaba de que se necesitaban más disturbios, en relación a las revueltas de BLM y Antifa. La defensa de Trump expuso que los demócratas sí que son culpables de usar una retórica basada en la instigación del odio y no su cliente.

Pero ya se sabe que cuando la izquierda recurre a la violencia, retórica o efectivamente, es porque lo consideran justificado. Tanto como injustificado en los demás.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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