Cuando zETAp, a lomos de casi doscientas abstenciones, llegó al poder y formó gobierno (s), casi toda la inteligencia del gabinete se concentraba en un par de cabezas: Maritere De la Vogue y Joge Luig Bono (lo del hijo de P no era inteligencia; era, como dicen en Los lobos de Wyoming, el instinto del coyote).
Con el psicópata de la Moncloa
detentando el puesto del primer ministro, la cosa ha resultado parecida, sólo
que peor; también es verdad que destacar entre semejante reunión de medianías
no resulta especialmente complicado.
A lo que iba: toda la materia
gris del consejo de ninistros parecía reunirse en una sola cabeza, la de
Nadia Calviño. Aunque el hecho de haber aceptado participar en semejante aquelarre
de estupidez y sectarismo ya hacía albergar serias dudas sobre su buen juicio y
claridad de criterio, las credenciales con las que venía avalada -a diferencia
del bleferóptico transitorio, cuando la hija del que fuera director de Radio
Televisión Española durante el gonzalato vino de Europa no había
timoneado la economía española hacia el desastre- permitían concederle un
cierto margen de confianza.
Todo este preámbulo para comentar
la extrañeza que me produjo que la susodicha entrara en la precampaña de las
elecciones regionales madrileñas criticando los impuestos bajos de Madrid. No
porque los critique en sí: va en el ADN de los suciolistos, como mentir
descaradamente y aformar que la economía va a mejor y que el gobierno ha
ayudado a las empresas con agilidad y determinación (vale, esto sí, pero sin
explicitar que a lo que están determinados es a cargárselas). Me extraña porque
cualquier economista con un poco de criterio sabe que unos impuestos bajos
incentivan la actividad económica.
Pero claro, en la izquierda la ideología siempre triunfa sobre el sentido común, no digamos ya sobre la verdad.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario