En esta novela, como en tantas otras, Stephen King emplea lo que he dado en llamar la técnica de la bola de nieve: la acción avanza despacio, con calma, coge gradualmente velocidad y acaba con un espectáculo pirotécnico digno de un blockbuster hollywoodense.
Dos
aspectos a destacar de esta novela: el primero, que comienza en un escenario y
con un personaje que, aparentemente, no tiene nada que ver con la trama
principal; el segundo, que la trama me recuerda poderosamente a la saga de El
corredor del laberinto, porque una misteriosa organización tiene atrapados
a un montón de preadolescentes que acaban rebelándose y tirando todo abajo (en
este caso, literalmente).
Sí, lo
sé, leo demasiado. Y King empieza a ponerse un poco pesado con sus referencias
políticas...
No hay comentarios:
Publicar un comentario