En pura teoría, hay dos comunidades autónomas que la izmierda en general y los suciolistos en particular ansían dirigir por sobre todas las cosas: Madrid y Andalucía.
La primera, porque es el símbolo
del poder territorial del PP. Aunque -hablo de memoria- llevan gobernando el
mismo tiempo en Castilla y León, o quizá más en esta última, no se pueden
comparar la importancia de una y otra regiones. Además de que Madrid simboliza el
éxito de las políticas económicas liberales, que se puede sintetizar en la
dupla impuestos bajos y prosperidad económica.
Andalucía, por su parte, fue
durante cuarenta años la joya de la corona del poder de los de la mano y el
capullo… y el ejemplo palmario de la miseria absoluta, el atraso, la corrupción
mugiente y la incultura a la que conducen las políticas de izquierdas. Hizo falta
uno de los virajes del partido pomelo -no olvidemos que en la legislatura
anterior apoyaron a Susana Díaz- para que, sin haber sido el partido más votado
-lo fue con Javier Arenas hace tiempo, cuando se trataba de conseguir la
mayoría absoluta o nada-, el PP lograra, al fin, descabalgar a los socialistas
de lo que consideraban su cortijo particular.
Y a pesar de que el
vicepresidente pomelo de la Junta es de los de la cuerda de Inés Arrumacos,
y de que le encantaría ser califa en lugar del califa Moreno Bonilla -uno que
de la noche a la mañana pasó de inútil diplomado a casi estadista de talla
mundial, tal es el efecto de la púrpura-, creo que Andalucía es, de todas las
regiones en las que gobierna el PP en coalición con los pomelos, la que
menos riesgos corre de serles arrebatada, al menos de momento.
¿Por qué? Porque quitar a Moreno
supondría poner en su lugar a Susanita… y eso sería de difícil digestión para
el psicópata de La Moncloa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario