Me molesta profundamente la incorrección con que emplean determinados términos en la prensa, generalmente la escrita.
Por ejemplo,
se suele decir que tal o cual persona (famosa, naturalmente; la situación de
los desconocidos a nadie) vuelve a estar soltero. Pero la primera
acepción de esa palabra, según el diccionario de la Real Academia Española de
la Lengua, es que no se ha casado, y sólo en una segunda acepción -que,
además, se considera poco usada… aunque no en la prensa del hígado, a lo
que se ve- es suelto o libre.
En la
última edición de la Super Bowl, un individuo saltó al terreno de campo. La
prensa le califica de espontáneo, y aunque hay varias acepciones de la palabra que podrían cuadrarle (voluntario o de propio impulso, o bien que
se produce aparentemente sin causa, o incluso persona que por propia iniciativa
interviene en algo para lo que no tiene título reconocido), va contra el
concepto vulgar del término -que, de acuerdo, no es recogido por el
diccionario-, ese que viene a ser por las buenas, sin haberlo pensado antes.
Y si hay
algo que tenía el salto del susodicho era pensamiento previo. Tanto, que ganó
más de un tercio de millón de dólares con las apuestas sobre si uno de estos espontáneos
lograría colarse en la final, dinero con el que piensa comprarse una jirafa.
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