Hace treinta años -realmente, veintinueve: era 1.992-, recién terminada la carrera, pasé el verano en una localidad cercana a París, mientras hacía prácticas -en realidad, un trabajo puramente administrativo, pero me sirvió para practicar el francés y ganarme un dinerillo- en una empresa de seguros.
En el supermercado del pueblo en
cuestión vi -lo recuerdo bien- un libro, ambientado en el universo de La guerra
de las galaxias (dadas las fechas, podía ser Heredero del Imperio o El
resurgir de la ‘Fuerza Oscura’). Naturalmente, por entonces era consciente
de la existencia -probablemente, hasta lo habría leído- de El ojo de la mente, la primera novela ambientada en el antedicho universo de ficción.
Lejos estaba yo de suponer que
aquello no era sino el comienzo, para mí en particular y para los aficionados a
la saga de George Lucas en general, de una serie de docenas y docenas de
novelas, unas mejores y otras peores. Novelas que con la venta de la franquicia
a Disney serían borradas de un plumazo de la continuidad canónica (los
aficionados a los universos de ficción en general, y al de Lucas en particular,
entenderán la expresión).
Algo, sin embargo, pervivió.
Algunos personajes calaron de tal manera en la afición que han sido incorporados
a la nueva continuidad oficial. Y entre esos personajes se encuentran dos que
aparecieron por primera vez hace treinta años: Mara Jade, la mano del
Emperador, y el Gran Almirante Thrawn.
De tal manera calaron que hasta
los mandamases de Disney han permitido a su creador, Timothy Zahn, seguir jugando
con sus personajes. Especialmente con el genial estratega chiss de piel
azul y ojos rojos, del que en esta novela relata su entrada en contacto con el
Imperio y su ascenso en el escalafón de la Armada.
Al principio de cada capítulo,
Zahn nos va dejando pequeñas perlas de sabiduría del personaje, personaje que
al final de la novela se (re) encontrará con el otro gran villano de la saga.
Muy entretenida y deja con ganas
de más.
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