Recuerdo cuando, hace años, la entonces presidente de Argentina dijo de sí misma que no era una patotera. Como desconocía el significado exacto del término -aunque alcanzaba a percibir que su sentido general no era precisamente elogioso-, le pregunté a mi instructor de buceo, argentino a la sazón.
Él tampoco
sabía qué significaba. Busqué pues en Internet, y he vuelto a hacerlo para
escribir esta entrada, y he visto que, en una segunda acepción sería persona
que manifiesta una conducta agresiva y provocativa hacia los demás; y en
una primera, joven que es miembro de una patota. De acuerdo con Wikipedia,
una patota es un grupo, normalmente integrado por jóvenes, que suele darse a
provocaciones, desmanes y abusos en lugares públicos. Es decir, pandilla
(y pandillero, pues), en el peor sentido del término.
Dado que
doña CK (Cristina Kirchner, no Calvin Klein) ya peinaba canas (teñidas, claro) por
aquel entonces, cabe suponer que se regía por la segunda acepción, no por la
primera… por más que su conducta habitual suela ser agresiva y provocativa
hacia todo aquel que no esté de acuerdo con ella, por lo que cabría aplicarle
aquello de dime qué criticas en los demás y te diré de qué adoleces.
Y en esas
sigue, provocando: en un reciente acto público, la señora (en el sentido grouchomarxista
del término) apareció sin la preceptiva mascarilla, lo que provocó (el
vocablo elegido lo ha sido a conciencia) la reacción de la gente, que -entre
otras cosas- le dijo (léase con acento rioplatense) cumplí, la Ley, ponete el barbijo.
De esto no, pero de mucho más…
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