Como ya he dicho unas cuantas veces, España es lo único que las distintas bandas secesionistas odian más que a ellas mismas, y lo único que evita que se despellejen entre sí (y no siempre).
Pero, abandonadas a su suerte, acabarían
unos con otros como las alimañas que son. Desconfían los unos de los otros, y
con razón: a pesar de lo que se les llena la boca hablando de Cataluña, miran
única y exclusivamente por sí. Y fruto de esta desconfianza -que no paranoia, pues
como decía la película, no estás paranoico si de verdad van a por ti- es el
colmo de la actuación rocambolesca: tras las elecciones regionales de hace
cinco semanas, ahora negocian un gobierno paralelo que tutele al nuevo consejo de
gobierno regional.
Gobierno para lelos, más bien…
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