La izmierda española se da mucha prisa para condenar a los ajenos: les basta un simple indicio para exigir el ajusticiamiento político de cualquiera que no milite en sus filas. Con los propios, por contra, ocurre exactamente… lo contrario (he buscado otra manera de decirlo, pero no he logrado encontrarla y, así, he tenido que repetirme con cinco palabras de diferencia): un político de izquierdas será siempre inocente de cualquier delito, por más que, instancia tras instancia, vaya siendo condenado.
¿Y qué
ocurre si, andando el tiempo, el político de derechas no es condenado? ¿Es
decir, si es declarado inocente? ¿Quién le devuelve los cargos, la reputación,
la honra, el buen nombre? ¿A quién reclamar los daños y perjuicios, el
menoscabo en la fortuna, el tiempo transcurrido? O, descendiendo al caso
concreto, ¿contra quién debe dirigirse Cristina Cifuentes, ahora que la Audiencia Provincial de Madrid la ha absuelto en el caso máster?
¿Por qué
no la creyeron la indocta egabrense y la calientacamas de Villa Tinaja, si lo
que dice una mujer tiene, por el simple sexo de quien lo dice, presunción de
veracidad? ¿Será acaso que las mujeres de derechas son menos mujeres que las de
izquierdas?
Ah, preguntas…
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