Antes de empezar con la entrada de hoy, una consideración previa sobre la mecánica de escritura de las entradas de este blog.
Con cierta frecuencia -varias
veces al día, quiero decir- leo las noticias de los periódicos digitales. Básicamente,
de cuatro: Libertad Digital, ABC, El Mundo y La Razón. Si veo alguna noticia
que me interesa, o que creo que merece la pena comentar, copio el enlace en un
fichero de Word, donde las voy almacenando por (aproximadamente) riguroso orden
de llegada. Lo mismo hago con las de las series dedicadas a la pandemia de la
Covid-19 y al secesionismo catalán.
Ese fichero de Word lo almacenaba
en un stick USB. El Martes pasado, por hacer el gilipuertas -no hay otra
manera de definirlo-, perdí el acceso a los datos contenidos en la unidad,
algunos de ellos de gran importancia personal para mí. Por consiguiente, todas
las entradas que tenía previstas -y había para cosa de un mes- se esfumaron. Hasta
que las recupere -si las recupero-, tendré que tirar de actualidad. Eso me
quitará perspectiva, pero me dará inmediatez.
Ya he terminado. Vamos con la
entrada.
El Miércoles, PSOE y Ciudadanos
presentaron una moción de censura en la comunidad autónoma de Murcia. Lo del
PSOE no es de extrañar, les vale cualquier medio para llegar al poder. Lo del partido
pomelo resulta un poco más extraño, porque formaba parte del gobierno
regional de coalición. Es decir, que se estaban censurando a sí mismos. Por lo
visto, la cosa tiene que ver -aunque se aleguen los manidos mantras de la corrupción,
los compromisos incumplidos y demás- con ciertas enemistades personales (entre
dos mujeres, además) en el seno del partido censor y censurado.
Así las cosas, en el PP temieron que el ejemplo cundiera (o que la cosa no fuera sino la avanzadilla de algo más amplio) y las mociones de censura se extendieran a Madrid y a
Castilla y León. Vox, que se encuentra tan al alza como Ciudadanos a la baja,
reclamó al PP la convocatoria de elecciones inmediatas en ambas regiones. En la
segunda de ellas, de momento, no ha pasado nada; pero en el rompeolas de las
Españas -la verdadera pieza a batir, no nos engañemos, y quien diga lo
contrario miente como un bellaco- la presidente de la comunidad cogió el toro
por los cuernos y disolvió la asamblea legislativa regional, convocando elecciones para evitar la previsible moción de censura. Ni un segundo demasiado
pronto, porque a falta de una llegaron dos: una del Ñoñilondo II y otra
del becario ubicuo.
¿Mi valoración de todo esto? Que
Ciudadanos, es decir, Inés Arrimadas -cuya cara cada vez me recuerda más a la
de una amiga de la carrera-, se ha pegado un tiro en el pie: queriendo evitar
la muerte por absorción (por el PP) de su partido, lo que ha hecho es ahondar
aún más la tumba en la que se encuentra.
Porque arrimarse al PSOE, y más al actual, es garantía segura de salir defraudado. Como defraudados han quedado, a buen seguro, gran parte del los votantes del partido pomelo.
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