Una de las razones por las que los cristianos acabamos expulsando a los musulmanes de España fue porque, con el cambio de milenio, dejaron de estar unidos y se enzarzaron en luchas intestinas. Estaban más ocupados en hacerse la puñeta entre sí que en enfrentarse al enemigo cristiano.
Los reinos cristianos, en cambio,
lo tenían mucho más claro: podían pegarse codazos y empujones entre sí en su
avance, pero avanzaban siempre en la misma dirección: hacia el Sur.
Con la primera república española
pasó algo parecido: en cuanto se empezó a pronunciar la palabra maldita (federalismo),
aquello fue un maricón el último en cuanto a lo de proclamarse
independiente, y del federalismo se pasó al cantonalismo, con los cantones declarándose la guerra unos a otros. Aquello fue -de allí viene la expresión-
un viva Cartagena.
Y ahora parece que vamos camino
de lo mismo, con cada cual barriendo para su casa (los partidos políticos de la
llamada España vacía, similares a Teruel Existe, que ni está dirigido
por turolenses ni mira por la provincia aragonesa) y la presentación en Granada
de un partido que quiere el Granadexit -ni quiero pensar cómo
pronunciará eso la que fuera portacoz del desgobierno socialcomunista
que tenemos la desgracia de padecer-, es decir, la separación de Andalucía endos.
Un par de hostias bien dadas y se acababan las tonterías, hombre…
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