Desde siempre -es decir, durante el último siglo y medio-, la izquierda nunca ha permitido que nada se interpusiera en el camino de sus postulados ideológicos: muertes, guerras, hambre, ruina… todo era indiferente, los postulados son lo primero.
La izquierda española actual,
radicalizada como está por culpa de los neocom -y en esa izquierda
incluyo a los socialistas, claro está-, es profundamente antisistema, a pesar
de vivir, y muy bien, a costa del sistema.
Parte de sus postulados
incluyen la crítica de la propiedad privada -ajena, no hay más que ver cuando
se pretende tocarles la propia- y la defensa de la ocupación, ocupación que en
ocasiones puede responder, lo admito, a situaciones de verdadera y acuciante
necesidad, pero que en muchos casos es perpetrada por una panda de vagos y
aprovechados.
Y, una vez llegados al poder, los izquierdistas no sólo no luchan contra la ocupación sino que, en ocasiones, la fomentan, como es el caso de la bruja Piruja en Barcelona. Así las cosas, no es de extrañar que la empresa de calificación Moody’s advirtiese, ya hace un año, a los inversores internacionales de la lacra de los ocupas en España.
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