Otra de las especialidades de la izquierda española es reprochar a los demás lo que ellos mismos acaban haciendo. Ha ocurrido, sobre todo, en el tema de la pandemia de la Covid-19 en relación con la comunidad de Madrid: hiciera lo que hiciera el consejo de Gobierno de Isabel Díaz-Ayuso, auténtica bestia negra y obsesión del psicópata de La Moncloa, el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer lo criticaba… sólo para acabar haciendo lo mismo tarde o temprano (teniendo cuenta que hay muertos de por medio, incluso temprano es demasiado tarde).
Una de las cosas que más critican tanto las izmierdas como los
regionalistas separatistas de todo pelaje es el bajo nivel impositivo de la
comunidad de Madrid, gobernada por la Derecha desde hace ya un cuarto de siglo
(y que dure, visto lo visto), a la que acusan de hacer competencia desleal y dumping
fiscal. Que las críticas vengan de los suciolistos tiene un pase
(relativo), pero que también los hagan los recogenueces de la boina, que
gozan de un régimen fiscal absolutamente privilegiado tiene bemoles.
Pues bien, hace un año el consejo de gobierno de Castilla-La Mancha,
presidido por el socialista Emiliano García-Page -uno de los mayores
detractores de su homóloga madrileña, tanto en el aspecto económico como
sanitario- anunció su intención de instaurar pueblos sin impuestos.
Por muy lógica y deseable que tal idea resulte, si eso no es competencia desleal, que venga Keynes y lo vea.
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