En las relaciones con el gobierno español, los partidos separatistas no han tenido escrúpulo de ninguna clase: pactaban con quien hubiera de pactar, con tal de tocar poder, y rebañando siempre todo lo que podían para sus arcas, que no para sus regiones.
Ahora, se han topado con la horma
de su zapato: el psicópata de La Moncloa, al frente del desgobierno
socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer, muestra aún menos
escrúpulos que ellos. Y si para auparse al poder que todavía detenta pactó con
un PNV que acababa de apoyar los presupuestos del Partido Popular, ahora pacta
con los terroristas.
Y los recogenueces están empezando a asumir que los pactos de Sin Vocales con el P-ETA les dejan fuera de juego. Y no sólo en Madrid, sino también -lo que es más importante, al menos para ellos- en Vitoria.
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