Hace un año -sí, esta muletilla nos va a acompañar durante una buena temporada-, cuando saltó a los titulares el modo en que -presuntamente- se habían financiado las obras en la sede nacional del Partido Popular -es decir, de manera irregular-, el presidente nacional de la formación, aquejado de eso que cierto locutor turolense ha dado en llamar maricomplejinismo, anunció que el partido abandonaría la calle Génova.
El líder del Vox, Santiago
Abascal, ironizó sobre la decisión, citando el viejo adagio español de que en
tiempos de zozobra no es bueno hacer mudanza. También señaló (uno no sabe si
sinceramente o con una segunda intención política) que la fusión de populares
y pomelos sería buena para España.
Un año después, los populares siguen en Génova, los de Ciudadanos siguen negándose a desaparecer… y España sigue cada vez peor.
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