Un servidor está en contra de la discriminación, sea esta del tipo que sea. En realidad, sólo hay un tipo de discriminación, y no dos, como los giliprogres pretenden hacernos creer, porque si hay de lo que llaman discriminación positiva hacia un colectivo, se producirá como consecuencia una discriminación negativa hacia el resto.
Precisamente por esto, soy contrario a cualquier
tipo de cuotas o porcentajes. No sólo porque considero el mérito muy por
encima de todo lo demás, sino porque incluso a quienes obtienen un beneficio de
esas cuotas les puede caber la duda -no digamos ya a los demás- de si el puesto
que ocupan es porque se lo merecen realmente o porque tenían que completar un
cupo determinado.
Pero, en esto, me temo que, como en tantas otras cosas, estoy en franca minoría. Entre quienes defienden el sistema y quienes no se oponen a él (por cobardía, probablemente), se llegan a dar situaciones como el que la Comisión Nacional de los Mercados y de la competencia cronometrará la intervención de las mujeres en todos los programas informativos de televisión. Aunque no aclaran si sólo de las cisgénero o también de las transgénero.
Es lo de siempre: en cuanto de den cuenta de las posibilidades, lesbianas, homosexuales, transexuales y demás fauna del abecedario también reclamarán su parte del pastel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario