De los socialistas españoles en particular, y de la izquierda patria en general, se dice entre otras cosas que sólo aciertan cuando rectifican. Eso puede ser cierto, aunque lo hagan sin pretenderlo (el acertar, no el rectificar), pero también lo es el que quedan en el más absoluto de los ridículos.
Tomemos el caso del teledirector de
orquesta, el hermanísimo del psicópata de la Moncloa, una persona que
podría ganarse perfectamente la vida como doble de voz de esa persona cuyo
apellido no porta, no se sabe si por vergüenza o por idiocia.
En su primera comparecencia en sede judicial,
preguntado por el lugar en el que se encontraba su despacho -despacho que no se
había dignado pisar desde que le regalaron el puesto de trabajo que detentaba-,
contestó que no sabía exactamente dónde estaba. Sincero, pero ridículo (además
de estúpido, porque vaya manera de confesar que todo había sido un paripé).
Hace algo más de un mes volvió a comparecer
ante la juez que está instruyendo el caso en el que se encuentra implicado. Preguntado
de nuevo, declaró que la Oficina de Artes Escénicas no es un sitio físico, sino un paraguas de actividades.
Muy bien, por fin una respuesta decente, pero
¿por qué lo sabía en Abril, y no cuando compareció por primera vez? ¿Quién se
lo dijo? Y lo que es más importante, ¿no se da cuenta que paraguas de
actividades es casi lo mismo que decir tapadera de chanchullos?
Más tonto y nace cebollino.
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